domingo, 15 de julio de 2007

Eso Que Ocurre...

Ella despertó en el lecho. Abrió poco a poco los ojos, y volvió a cerrarlos. La habitación damasco estaba silenciosa. Se dio vuelta y avistó el techo barnizado.

- ¿Dónde estoy? – Se preguntó - ¡Ah! Estoy AQUÍ… - fue su triste respuesta.

- ¿Por qué estoy AQUÍ? – volvió a inquirirse. Caviló por espacio de un momento y dijo – Es rutina. Rutina, rutina… ¡Qué asco! – e hizo una mueca de desprecio.

Y repaso en su memoria. Cada fin de semana era así, Ella siempre estaba “AQUÍ”. Sintió que algo se quebraba dentro de sí. Se acomodó, tapándose con sus manos de dedos finos y uñas largas; luego, con el cobertor, se cubrió completamente. Estuvo así solo unos segundos, se incorporó dando un salto de la cama y se puso en pie. ¿Qué era lo que realmente había estado haciendo todo este tiempo? Miró a su alrededor y se dio cuenta de que todo eso que creía conocer, le era totalmente ajeno.

Buscó sus ropas en el suelo y se vistió en el cuarto de baño. Era una muchacha de estatura normal, algo morena, grandes y expresivos ojos verdes y cabellera negra, larga y frondosa. Luego de un rato salió del baño y su mirada tropezó con el lecho en medio del cuarto. Corroboro lo que ya creía: ese sitio era desconocido para Ella.

Abrió las pesadas cortinas, dejando pasar la luz del sol. Miró por largo rato por la ventana y pensó:

- Esto nunca había sido así – se dijo. Y no lo fue nunca.

Generalmente Ella despertaba cuando Él volvía, y se acostaba a su lado, para luego levantarse al sonar el despertador, vestirse y volver a la monotonía, a la vida normal. Se veían sólo cada fin de semana. Pero hoy no.

“Seguramente Él- pensó – debe de haber salido a su caminata usual”. Era así. Salía temprano, para dar una vuelta a la manzana y fumar un poco.

Consultó el reloj. Era casi la hora en la que Él volvería. Un chispazo cruzó por su mente. Se apresuró a tomar sus cosas. Eran pocas. Además de la ropa que tenia puesta (su falda, su polera y sus zapatos), no había nada más, salvo sus objetos de aseo y una chaqueta. Tomó todo y dio un último vistazo al cuarto cuando se dio cuenta que el celular de Él estaba sobre el velador. Lo tomó y borró del registro su número de teléfono. Hizo lo mismo con el suyo. El cuarto estaba desordenado.

- ¿Por qué no? – se dijo, y comenzó a ordenar. Después de todo, cuando Ella llegó la primera vez, todo estaba limpio. Luego de terminar su tarea, solo cerró la puerta tras de sí. Suspiró.

Saliendo a la calle, miró en dirección izquierda y luego derecha, por si Él aparecía. Sabía que Él siempre comenzaba su caminata hacia la izquierda, por tanto (para no toparlo), siguió esa dirección. Se alejó lo más aprisa posible.

Él llegó solo unos minutos después de su partida, subió por la escalera al tercer piso del edificio. Estaba distraído. Siempre lo estaba. Él era un tipo alto, trigueño, de cabellos negros y cortos, ojos oscuros. Vestía aquel día con un pantalón y chaqueta de jeans y una polera. Llegó al departamento y el silencio no lo puso bajo sospecha. Sólo se dio cuenta que algo ocurría cuando vio el cuarto iluminado, limpio y con la cama hecha. Pensó que tal vez Ella estaría en el baño, y la esperó. Pero nadie salía del lugar. Revisó todo y nada, Ella ya no estaba. Tuvo una rara impresión de alivio, tal como al parecer Ella sintió al cerrar la puerta. Como último recurso hizo uso del teléfono. Sabía su número de memoria, pero le llamó la atención que éste no estuviera en su directorio. Largo silencio al otro lado de la línea…





1 Ideas Están Presentes:

AkoMi dijo...

^^u
Debi hacerlo antes...
Dedicado a la primera persona que leyó y criticó este "pequeño intento"... calificandolo de "existencialista"...
Karina A. Paredes...
Donde Sea Que Te Ecuentres... espero que ya no sufras mas...
Dejaste a muchas personas preocupadas, lo que desmuestra que nunca estuviste sola...
Algún día nos volveremos a topar, hasta entonces...