miércoles, 27 de julio de 2011

Historia de una Gaviota...

Nacimiento de Afortunada, bajo la atónita mirada de Zorbas.

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"-¡Vuelo! ¡Zorbas! ¡Puedo volar! - graznaba eufórica desde la vastedad del cielo gris.
El humano acarició el lomo del gato.
- Bueno, gato, lo hemos conseguido - dijo suspirando.
- Sí, al borde del vacío comprendió lo más importante - maulló Zorbas.
- ¿Ah, si? ¿Y qué es lo que comprendió? - preguntó el humano.
- Que solo vuela el que se atreve a hacerlo - maulló Zorbas.
- Supongo que ahora te estorba mi compañía. Te espero abajo - se despidió el humano.

Zorbas permaneció allí contemplándola, hasta que no supo si fueron las gotas de lluvia o las lágrimas las que empañaron sus ojos amarillos de gato grande, negro y gordo, de gato bueno, de gato noble, de gato de puerto."


(Fragmento de "Historia de una Gaviota y del Gato que le enseñó a volar", Luis Sepúlveda)

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Hace muchísimo tiempo que quería leer este libro. Simplemente, hasta ahora, no se había dado la posibilidad. Son de esas señales que te pone la Vida en tu Camino. Y aprendo cada día a agradecer, un poquito más.

En él, no solo encierra esa pequeña verdad de ser capaces de poder amar aquello que es diferente, sino también, el deber que tenemos para con nosotros mismos, de ser lo que debemos ser; de esa búsqueda interior, y el "obedecer" nuestros instintos, algo que muchas veces pasamos por alto, pensando quizás, que los instintos son algo "malo" o una cosa de la que no debemos dar cuenta.

Y algo que no deja de ser importante, y tan poco visto en nuestros días: el mantener una promesa, como algo que nos compromete por completo. Como un deber supremo que no debe ser roto.

No sé si lo más difícil es prometer algo, o a quién se lo prometes; pero una vez hecha, no puede disolverse. Una parte de tí, va con esa palabra empeñada. Y a veces, se torna algo desesperante, saber que has hecho una promesa, que se vuelve pesado el cumplirla, pero aún está ahí, latente.

¿Qué hacer, en ese caso? No lo sé. Aún no doy con la respuesta, y la promesa permanece ahí, intacta, por mi parte.



~AkoMi