jueves, 14 de diciembre de 2006

Tiempo De Respiro...

Había una vez, en el cielo, un angelito muy pequeñito, que volaba de una nube a otra; pero como era tan chiquito, descansaba cada cierto ratito posándose sobre las suaves nubes de algodón.

Este angelito se llamaba Valentía.

Un día, entre sus tantos vuelos por el infinito estrellado, conoció a otro ángel. Éste se encontraba sentado sobre una nube que casi parecía de tormenta. Valentía se acerca a él, y le pregunta qué le pasa.

- ¡Hola, amigo! – le dice - ¿Por qué esa cara tan triste?

- Hola pequeña – le contesta aquel – Bueno, que quieres que te diga, acabo de volver de la Tierra.

- ¿De la Tierra? – Pregunta ella, extrañada - ¿Esa cosa azul de allá abajo?

- Si, mi niña, esa cosa azul de allá abajo, a la que tanto amo.

- ¿Y por qué?

- Pues verás, soy Desilusión. Y los humanos frecuentemente me dejan entrar en sus corazones. Por eso amo tanto a la Tierra.

- Mmm… - Valentía se queda muy pensativa - ¿Y por qué regresaste, si tanto adoras estar allá?

- Porque ya no tengo mucho más que hacer por esos lados. Los humanos están llenos de tristeza y desesperanza. Caen tan fácilmente, que el volverse a parar les parece muy difícil como para intentarlo. Sus corazones son muy grises y sin vida. Ya no tienen ni siquiera voluntad. Eso me dijeron los últimos humanos que conocí, hace muy poco. Están agobiados, ya no les sale ni la voz, no se pueden ni el alma; es tristísimo, pero es lo que yo les causé y no sé como remediarlo… Tampoco sé si es que debería hacerlo…

La pequeña está perpleja… No sabe que decir, ni lo que hacer… Mientras, Desilusión observa con mirada perdida, la gran esfera que se encuentra a sus pies.

- Hay una humana en particular, que me mantiene pensativo. Es una humana especial, lo noto en lo que emana cuando la tengo cerca… Y es extraña… Muchos humanos luchan por alejarme de ellos, pero pocos lo logran, y en eso ella es diferente. SIEMPRE ha luchado contra mí. Pero hoy me dijo algo, me dijo: “sé que puedo contra ti, y a veces creo q soy igual a ti, que también poseo alas, pero que por alguna razón me han sido negadas… ¿algún día mis viejas alas recordarán como volar? ¿Podrán llevarme lejos, donde el dolor sea un recuerdo (bloqueado, quizás), y todas las cosas sobre la faz de esta tierra contribuyan a que el humano alcance la felicidad? Quisiera creer que si, y así, ¿seré humana, entonces, algún día? Mis fuerzas se van… y las alas no se desplegan… ¿quedaré aquí, atrapada en el dolor de no saber POR QUÉ ocurren las cosas? El mundo es cruel; el mundo es para los fuertes. Entonces endureceré mi corazón…”

- ¿Y esa humana te ha ganado alguna vez?- pregunta, muy interesada, la niña.

- Si. Bastantes veces. Y ha hecho también que otros humanos intenten luchar contra mí. Y esa determinación es la que me insta a seguir visitando la tierra, el saber que no tendré el juego fácil, que alguien se atreve a jugar contra mí… Pero ahora ella también está triste… Y ya no tengo con quien jugar. Me siento, un poco solo…

- Mmm…- pensativa la niña ha decidido algo – Bueno, creo que tengo que irme… Espero que puedas solucionar tu problema…

- Je, gracias por escucharme, muchas veces eso ayuda bastante…

Valentía se aleja, y Desilusión de pronto se da cuenta que no sabe el nombre de la niña. Se levanta de un salto y le grita:

- ¡¡Oye!! ¡¡No me dijiste tu nombre!!

La chica, lentamente se voltea y con una sonrisa le dice:

- Soy Valentía, y no te preocupes, volveremos a vernos, y quizás tenga la solución a tu problema de jugar solo.

Él se queda con esa promesa y poco a poco siente como su corazón vuelve a latir. “Entonces ya veremos como se desenvuelve esto”. Sonriendo, se aleja, planeando sobre las suaves motas.

Y el corazón de Valentía saltaba con mucha fuerza. Tanta, que nunca imaginó lo poderoso que podía llegar a ser. Tenía ahora, una meta en la vida. Quería jugar y luchar contra Desilusión. Entonces comenzó a preparar un plan. Tenía que conocer a esa niña a la que él le tenía esa especie de “respeto” que se tienen los que luchan entre sí.

Por mucho tiempo (no sabría decir cuánto, pero fue bastante…) buscó e indagó, necesitaba encontrar a esa persona. Preguntó entre los otros ángeles a los que conocía, pero ninguno supo darle pista. Después de todo, ella ni siquiera sabia como era la persona a la que estaba buscando. Entonces se le ocurrió buscar también a Desilusión.

Pero no tuvo noticias de ellos.

Y finalmente, decidió bajar a la Tierra.

Tenía mucho miedo, es cierto, nunca había salido de entre las nubes, de eso que los humanos llamamos “Cielo” y que para ellos tiene otra connotación… Mientras para el humano es el lugar del “Eterno Descanso”, para ellos solo es “Hogar”… A veces podemos ser tan diferentes…

Valentía no sabía lo que encontraría en su viaje, pero sí sabía lo que esperaba al final de él. Eso era algo que tenía clarísimo. Quería sentirse útil (¡¡guau!!, hasta los ángeles desean prestar utilidad, y yo que creía que eran felices con solo volar…).

Como era tan chiquitita, y ya lo habíamos comentado, debía hacer muchas estaciones en su rumbo, pues sus pequeñas alitas a ratos solo le permitían planear… Eso no tenía muy contenta a la niña, a decir verdad, pero sabía que era parte de sí y que no podía cambiarlo. Ni modo de alargarlas o hacerles algo, je, eso para ella era una locura. Ella era como era. No pensaba en ser diferente, no pensaba en cambiar lo que le había sido entregado, pues por alguna razón se lo habían dado. Y estaba a punto de descubrirlo…

En su largo vuelo atisbó una gran nube amarillenta, nube de atardecer… Allí, posada tranquilamente, también se encontraba un ángel. Era Voluntad.

- ¡¡Hola!! – Saludó nuestra amiga.

- ¡Hola!- respondió la extraña.

- Estoy cansadísima. ¿Puedo quedarme un rato aquí?

- Si, si puedes. Pero no te quedes mucho, pues creo que traes algo entre manos, ¿o me equivoco?

- Si, así es. Estoy en búsqueda de mi misión.

- ¡¡Hey!! Eso es muy bueno. Todos debemos tratar de encontrar cual es la motivación que tenemos para permanecer con vida. ¿Será eso Voluntad? ¿Qué es, sino eso? No, no es Miedo. El Miedo te hace permanecer inerte, perplejo y casi sin vida. No. Vida es lo que te queda. Hasta que tu corazón se canse de latir. Hasta que tus pulmones se olviden cómo respirar. Hasta que tu sangre se niegue a circular. En el fondo, que la voluntad de vivir te abandone. Pero sé que eso no te pasará a ti, así que podrás proseguir con tu camino. Y espero que cuando llegues al final, veas que todo valió la pena.

- Tienes razón. Lo tendré en mente – La pequeña rebosaba nueva determinación. – ¡¡Muchas gracias, amiga!!

- De nada. No sé por qué presiento que tu meta y la mía siempre estarán enlazadas.

- Eso espero yo también. Bueno, como tú lo dijiste, no me quedaré más, pues mi camino me llama, ¡y lo hace con fuerza! Deseo volverte a ver. ¡¡Cuídate mucho!!

- Yo también lo deseo, y la verdad, es que no lo dudo. A veces hay que conocer a algunos seres; pues sin ellos, algunas de las determinaciones de nuestras vidas no podrían ser tomadas. A eso, lo llaman destino. Y nuestros destinos, ya están cruzados. ¡¡Mucha suerte pequeña soñadora!!

Así fue como conoció a uno de los pilares importantísimos de la vida humana: La Voluntad.

Y nuestra pequeña amiga prosiguió con lo que sería, después de todo, un largo viaje… Y ya con renovadas energías pudo al fin desprenderse de la preocupación que la atormentaba: el Fracaso. Pensó, por un momento, que podría llegar a ser demasiado difícil el emprender esta travesía, ya que se consideraba un tanto frágil. Pero con sorpresa descubrió una gran fortaleza en su corazón. Y eso la hacía sonreír. Pues después de todo, es a nosotros mismos a quienes siempre tendremos que acudir, somos quienes hacemos nuestro camino, tomando las pistas y señales que se nos entregan día a día. Escogiendo el mejor camino. Eligiendo qué postura tomar frente a las distintas situaciones que se nos presentan… Decidiendo cuál será el rumbo que tomará nuestra vida… Esas eran algunas de las cosas que iba pensando mientras sentía la velocidad del aire en sus alas, y el poder de éste en el roce con su rostro… Cuán maravilloso era volar. Y agradeció (a quién o a qué corresponda…) el poder hacerlo.

Ahora iba observando el paisaje que se le ofrecía por delante. De pronto, algo le llama la atención… Va por fin acercándose a la Tierra… pero a estas alturas ya no puede mantener la velocidad… es un poco tarde para un giro, y… cae estrepitosamente…

- ¿Quién está ahí? – Se oye una voz tras de un árbol. Es la voz de una persona mayor. Ha caído en el claro de un bosque.

- Auch… Lo siento, no quise hacer tanto ruido, pero mis alas no han soportado la velocidad, y…

- Je, je, te entiendo, es la primera vez que aterrizas, ¿no?

- Ji, ji.. si… ¡Hey! ¡Usted también es un ángel!

- Vamos pequeña, no me dirás ahora que es la primera vez que ves uno… ¡¡Ja, ja!! Sí. Lo soy. Me llamo Reflexión… A todo esto, ¿qué hace una niña tan pequeña como tú, por estos lugares?

- Busco a un ángel y a una humana… - y prosigue a relatarle toda la historia.

- Comprendo- le dice el anciano. – Te diré algo. Tu propósito es muy noble, eso es cierto. Pero debes pensar cuales serán las consecuencias de tus actos. Eso nunca debes perderlo de vista. Puedes hacer “el bien”, nadie te dice lo contrario, pero ese “bien” debe ser para ti también. No puedes andar haciendo cosas que por ayudar a los demás, te terminen dañando. Pero esta linda empresa te saldrá a favor, ya lo verás. Y nunca olvides todo lo que luchaste por eso. Ese es el bien que te haces. Mucha suerte, y espero que algún día me cuentes que tan bien te fue, y todas las cosas que has decidido emprender desde entonces.

Al despedirse, la niña pensó que esta no sería la última travesía que emprendiera. Aún le queda mucho tiempo para seguir, le queda tiempo para pensar que hacer con las ideas que le asaltaron la mente. Muchas ideas y proyectos, y en todos ellos la Voluntad de un ideal. “La Reflexión también será importante en este viaje”, pensó… Y así continuó su camino.

Tan ensimismada iba Valentía en su vuelo, que no advirtió la presencia de otros dos que la acompañaban, eran dos niños, como ella… Así que frenó en seco y los observó perpleja…

- ¿Quiénes son ustedes? – inquirió, curiosa.

- Mi nombre es Amistad – dijo la niña.

- Y Yo soy Amor – Contestó el niño.

Como era de esperar, Valentía les relató su búsqueda de Desilusión y aquella extraña humana.

- Si, sé de quienes hablas – Dijo Amistad – los he visto un par de veces. Y si no los encuentras es porque la humana está muriendo. Y Desilusión, a pesar de ser su rival y todo, no puede hacer nada al respecto. Y es que él no quiere verla morir, pero no sabe que hacer.

- A esa humana le falta algo que él no puede entregarle… Pero tengo la vaga impresión, y quizás esta se convierta en certeza, de que nosotros tres podemos ayudarlos – comentó Amor.

- Es extraño, pues yo tengo el mismo sentimiento… Entonces vamos a buscarlos. – dijo Valentía, pletórica decisión.

El trío no tardó mucho en encontrarlos, después de todo, es cierto que se atraen de alguna rara forma, desconocida para otros, muy natural para ellos. Algunas cosas son inevitables.

Y ahí estaban, contemplando la larga búsqueda de Valentía. Allí estaban Desilusión y la muchacha.

Al acercarse los niños, la humana se comporta de manera extraña, y ellos se asustan.

La muchacha está envuelta en una luz extremadamente brillante, hay algo que ocurre en ella, surge un cambio desde su interior… Si, ella nunca fue humana, pero por alguna razón, nació como tal.

El grupo estaba realmente perplejo al ver como, lentamente, las alas de esa “humana” brotaban, trayendo consigo, una no despreciable cuota de dolor. Y es que nada en esta vida se consigue sin dolor. Dolor al nacer, crecer y vivir. Duele cada meta que te pones y el camino que sigues para conseguirlo. Pero mientras el dolor no sea más poderoso que tú mismo, las metas serán alcanzables. El dolor tiene ese poder de sacar lo mejor de las personas, en el momento menos esperado.

Al fin, la ex-humana puede hilar una frase, después de lo agotador que fue el “nacimiento” de sus alas, prueba de la libertad de su alma.

- Ustedes fueron los gestores de mi llegada. Hace mucho tiempo que estaba encerrada en este cuerpo, y nada podía hacer. Gracias a ti, Desilusión, por permanecer conmigo, y desde ahora continuaremos nuestra “lucha”. Y ustedes son Amor, Amistad y Valentía, ¿o me equivoco?

Los chicos estaban atónitos. ¿Cómo lo sabía? Ella acababa de nacer, y ya tenía conciencia sobre el mundo. Valentía tomó la palabra.

- Si, así es. Yo soy Valentía, y hace mucho que los buscaba…

- Lo sé.- Responde la muchacha. - Sin ti, nada de esto habría sido posible. Estaré eternamente agradecida de eso. Y bueno, mal que mal soy parte de tu deseo. Soy Esperanza.

- ¿Esperanza? – Dijeron al unísono – Tú eres quien rescatará a los humanos de las tristeza y el abatimiento… Eres…

- No hay mucho mas que decir, deben comprender ahora que no solo yo seré la responsable de lo que le pase a los humanos, sino que lo seremos todos. Valentía, tú has demostrasdo que tan importante es luchar por un sueño. Amor y Amistad, dentro del corazón humano también sen importantísimos, ya que éste es un ser social, necesita de otros para nacer, desarrollarse, crecer, vivir, y en definitiva, para ser… Y bueno, Desilusión, ¿qué sería de la vida humana sin ti? ¿Qué sería de mí, sin ti? El luchar siempre nos será el legado, pues nosotros habitamos en el corazón humano, lo formamos, pues cada uno es libre sobre el camino que escogerá: “vivir” o “sobrevivir”… Somos quienes le dan el sabor a la “vida”… Y sobre eso es que vamos a trabajar…

No será esta la última vez que nos veamos, pues constantemente cruzaremos nuestros caminos… sigan con la línea que se les ha presentado, y si es que desean continuar, mucha suerte…

Y nuevamente, muchas gracias, Valentía, sin ti, el humano estaría perdido…



FIN

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Dedicado a tod@s mis amig@s, que en estos días estamos perdiendo un poco la Esperanza y nos está ganado la Desilusión… Hagan que su corazón crezca, y recuerden que de la misma forma que lo hizo la pequeña Valentía, nosotros podemos ser los forjadores de nuestro camino, pero para ello debemos procurar no dejar morir las metas que le hemos impuesto a nuestro espíritu y corazón… Cómo saben, tal vez logremos torcerle la mano al “destino”…

Y si no saliera como quisiéramos, siempre nos quedará la satisfacción de que se intentó hacer algo al respecto!!

Ánimos para tod@s!! Ya queda tan poco!!

Los quiero mucho!!

Matta ne!!