jueves, 22 de marzo de 2007

De Vuelta...

Capítulo XVII

El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

(…)

- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan… todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro un poco… pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder debajo de la tierra… pero los tuyos en cambio me llamarán como una música. Y además mira… ¿ves allá los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil y los campos de trigo no me recuerdan nada. Es bien triste… pero tú tienes los cabellos de color oro como el trigo y cuando me hayas domesticado ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti y amaré el trigo y el viento en el trigo…

El zorro calló y miró largo tiempo al Principito.

- ¡Por favor, domestícame!

- Quisiera hacerlo – respondió el Principito - , pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos, conocer muchas cosas.

- Sólo se conocen las cosas que se domestican – dijo el zorro – Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada, dedican su vida a vender y comprar cosas, y como vendiendo y comprando cosas no se conocen amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, domestícame.

- ¿Y qué hay que hacer? – preguntó el Principito.

- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro – Te sentarás en la hierba. Al principio, un poco lejos de mí. Yo te miraré de reojo pero tú no dirás nada… y cada día te irás sentando un poco más cerca…

Al día siguiente, el Principito volvió donde el zorro.

- ¿Por qué no viniste a la misma hora que ayer? – Dijo el zorro – Si vienes a las 4 de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las 3, cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré… a las 4 estaré impaciente e inquieto. Descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes a cualquier hora nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… los ritos son necesarios…

- ¿Qué es un rito? – preguntó el Principito

- También es algo demasiado olvidado – dijo el zorro – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las mujeres del pueblo. El jueves es así, un día maravilloso. Puedo pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el Principito domesticó al zorro, pero cuando se acercó la hora de la partida:

- ¡Ah! Creo que voy a llorar – dijo el zorro

- Tuya es la culpa – le dijo el Principito – No deseaba hacerte daño, pero quisiste que te domesticara.

- Sí – dijo el zorro.

- Pero vas a llorar.

- Sí.

- Entonces no has ganado nada.

- Sí, gano – dijo el zorro - , por el color del trigo.

(…)

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Es insólito ver como día a día la “domesticación” se está “olvidando”… por no decir que son las propias personas las que están desvalorando esta relación que puede surgir en cualquier instante… en el momento menos esperado, y que sin embargo es tan reconfortante y provechosa. Pues claro… ¿qué mejor que ver como un cachorro de humano juega alegremente con un cachorro de perro?

¿Qué nos está llevando a ver a nuestras mascotas como un simple “bien”, como algo de lo que podemos deshacernos tan fácilmente como lanzarlos a la calle, a la inclemente jungla de cemento, en la que reinan tantos peligros?

¿Cómo se puede dormir por las noches sabiendo que ese ser con el que compartiste días hermosos y felices, esta noche duerme bajo la lluvia, sin cobijo? ¿O que un conductor sin corazón hasta haya acomodado la dirección de su vehículo con tal de centrarle un golpe, para mala suerte del animal, sin arrebatarle la vida?

Bueno, esto último fue lo que le sucedió a “Leo”, como cariñosamente lo llaman sus vecinos, ninguno de los cuales, antes del accidente, lo acogió en el seno de su hogar. Abandonado y atropellado.

La tarde del 15 de febrero fue un tanto diferente para mí. Recibí la llamada de una de las compañeras de trabajo de mi madre, quien me relataba que cerca de su casa había sido atropellado un perro. La verdad, es que por las descripciones pensé que era un cachorro, por lo cual no tome muchas precauciones, solo la indumentaria para los primeros auxilios. Y así, dirección en mano, acudimos junto a mi hermano y a mi primo de 3 años, para comprobar el estado del animal, quien, según la chica, tenía una fractura expuesta. Bueno, lo de la fractura expuesta, era en parte cierta, pero para suerte de Leo, el hueso estaba sano, y no presentaba hemorragia. Lo que no me esperaba era que fuera un perro adulto, lo cual era un poco más peligroso… comprenderán que la mordida de un cachorro comparada con la de un adulto, presenta GRANDES diferencias. No llevábamos nada con que amordazarlo, hasta que mi hermano tomó una de las vendas y con ella hizo una especie de bozal… (Digamos que esta acción fue un poco temeraria de su parte, `pues no sabíamos como iba a reaccionar el animal…). Para suerte de él, el perro estaba en shock, por lo que ni supo a qué hora lo vendamos… y lo llevamos a casa. (Cosa que a mi tía, no le agradó mucho… ^^u)

Luego, hablé con la niña que me llamó, para comentarle el estado del perro, y contarle que lamentablemente yo no podía hacer mucho, que no tenía anestesia y que el animal necesitaba una cirugía, cosa que obviamente no podía realizar.

Al día siguiente, una de las vecinas del perro llegó a buscarlo, para llevarlo donde un profesional, el cual dio un diagnóstico similar al mío: el perro necesitaba una cirugía, urgente. La que fue realizada, y aún hoy el animal se encuentra en recuperaciones, pero vivo.

La historia de Leo se repite muchísimas veces dentro de un día, algunas tienen “final feliz”, otras, no. (Aunque eso de final feliz es bastante relativo, muchas veces me pregunto si los animales sentirán ese deseo de morir, porque el ser abandonado por aquellos que te domesticaron y cuidaron de ti no es para nada agradable… y además., la vida no está hecha, creo yo, para simplemente “sobrevivirla” que es lo que hacen muchos perros y personas abandonadas a su suerte… ¡Cómo debemos agradecer a la vida que podamos vivirla! A pesar de todos los “problemas” que se nos presentan, que son “detalles” para lo mucho que sufren otras personas…)

Una mascota debiera ser considerado un miembro más de la familia, pues muchas veces es lo que le da vida a ésta. Personalmente, en casa tenemos varias mascotas: un gato (“Neko”), una hámster (“Chi”), una perra (“Rakuen”), una gallina de la pasión (“SinCope”), y las gallinas de mi mami, que podrían considerarse en parte mascotas, excepto los gallos, que a mi papá le encanta hacer cazuela… xD y bueno… mis conejos… que ya nos los tengo, por que mi mamá los regaló… T.T

Pero ellos son mi vida, la razón del por qué estudio lo que estudio, la razón de por qué a veces detesto a los humanos… bueno… pero eso es otro tema…

Principalmente eso. Nuestras mascotas nos pertenecen, y como todo lo que nos pertenece debemos cuidarlo. Dense un tiempo para conocerlas, para darse cuenta qué les gusta hacer, qué les gusta comer, dónde prefieren que se le acaricie, etc. Cosas como esas les abrirán un mundo nuevo, a reconocer, como me pasa a mí, un maullido de los otros maullidos, pues es el que le pertenece a mi Neko; incluso, un cacareo de los otros… bueno, es que también mi gallinita tiene uno bien particular… xD

Nada pierden con intentarlo, solo hay que atreverse a domesticar… y a dejar que se nos domestique…

Mata ne!!

-.Akomi.-

*Bueno, este relato de El Principito bien vale para los humanos… “si, gano… por el color del trigo…” Aunque llore… Un poco tarde lo comprendí… Lo Siento. También te quiero, solo espero que se me pase… xD *